miércoles, 9 de junio de 2010
“Tras la reubicación de Macri podés tener un director de escena en un hospital”
Un documental muestra por dentro la obra encarada por el Gobierno de la Ciudad
Cuando parecía que la reapertura del Teatro Colón como tema de la agenda pública había quedado clausurado por los ‘glamorosos’ festejos organizados por la ciudad de Buenos Aires, el desfile de personalidades y la publicación de las cartas intercambiadas por la presidenta Cristina Kirchner y el jefe de la ciudad Mauricio Macri, la señora Mirtha Legrand seguramente muy lejos de sus intenciones, lo volvió a dejar servido en bandeja. El reciente brindis por el festejo de sus 42 años en el aire organizado por el programa de televisión Almorzando con Mirtha Legrand en el edificio histórico y que contó con la participación del jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri; el ministro de Desarrollo Urbano porteño, Daniel Chain; y el director del Teatro Colón, Pedro Pablo García Caffi puso nuevamente en discusión el fin de esta institución cultural. A modo de defensa la conductora alegó: “Sé que nos criticaron mucho, pero no importa. Esto no tiene nada que ver con la vanidad. Queremos que todos los argentinos vean el teatro”. No fueron pocas las voces que criticaron la utilización del patrimonio público para un show televisivo, pero lo que se trasmitió el último jueves por la pantalla de América tan sólo es la punta del iceberg. Justamente esta falta de criterio, o mejor dicho este cambio en el criterio con que se concibe la institución social que representa un edificio histórico como el Teatro Colón es el eje del documental Preludio de un Teatro realizado por el estudiante de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) y utilero del Colón, Héctor Vidaurre. El material es un "proyecto documental" por su corta duración según su autor y está dividido en tres actos en los que se repasa brevemente la historia del Colón para desembocar en el conflicto actual a partir de la reconstrucción encarada hace alrededor de tres años. “Realmente quedan muy pocos teatros en el mundo como el Colón. Macri dice que tenemos que trabajar como los teatros de afuera, pero yo creo que el Teatro Colón es importante porque justamente imparte otra cosa. Siguiendo su idea se acabarían los elencos propios, la producción nacional y yo creo que esa forma de pensar va en contra de lo que los argentinos estamos intentando recuperar. El otro día veía el desfile del Bicentenario en la Avenida 9 de Julio y observaba la carroza que representaba la Industria, me acordé del Colón y pensé: vamos para atrás”, comentó a Diagonales Héctor Vidaurre. Esta sensación no sólo es propia del realizador sino que existen también algunos profesionales vinculados a la construcción que manifestaron su preocupación ante el Master Plan encarado por el Gobierno de la Ciudad. Uno de ellos, el arquitecto Fabio Grementieri, especialista en conservación del patrimonio histórico y entrevistado en el documental, explicó que el proyecto de Macri “descartó las recomendaciones y el proyecto original que habíamos hecho los profesionales argentinos con los italianos. Y se pusieron a diagramar un proyecto que es completamente equivocado, que no parte de preservar los valores fundamentales del teatro: la acústica, la decoración y la producción propia. “El Teatro Colón es el último teatro de su tipo que se hace, producto de 300 años de evolución. En una escala de evolución tipo Darwin todos los demás son monos primates. El Teatro Colón es el hombre, el ser humano.” Durante la gala de reapertura, las declaraciones de los funcionarios apuntaron en general a refirmar la conservación de la acústica de la sala, en cambio poco y nada dijeron de los talleres de producción. Al respecto el responsable de Preludio de un teatro explicó que “el Teatro Colón es mucho más grande de lo que se ve por fuera tiene 3 subsuelos y 4 pisos para arriba. Es uno de los pocos Teatros Fábricas que quedan en el mundo. Todo lo que se ve en escena se produce en los talleres: escenografía vestuario, peluquería, sastrería, maquinaria, pintura, incluso los elencos son propios. Todo se hace en el teatro desde lo más chico a lo más grande. Ahora esos talleres están incluso más destruidos que antes de empezar la obra”. En distintos pasajes de este documental se pueden ver fragmentos del material audiovisual que la gestión de Mauricio Macri creó para contar cómo sería la obra y en esos pasajes se alude tanto al proceso de conservación como a las remodelaciones previstas para supuestamente modernizar el teatro. Según Vidaurre, alguno de los cambios demuestran una voluntad de pasar de una lógica de producción a la de importación de contenidos, tercerizando los sectores de producción. “Que reemplacen la sala de escenografía que era gigante y que hagan una sala de ensayo vienen con un propósito marcado clarísimo: que el Teatro Colón deje de producir y que se convierta en una empresa, una sala de alquiler”. El perjuicio de este cambio de concepción a la hora de pensar el fin de esta sala lírica no afecta a los argentinos en general -potenciales visitantes y espectadores- sino que implica todo un trastorno real para los trabajadores del Teatro Colón, que como muestra el documental, desde hace tres años están buscando distintos caminos para poder dar a conocer esta realidad. El realizador hizo memoria y recordó: "Éramos 1200 en total. En principio hubo una reubicación, nos repartieron por toda la ciudad buscando lugares donde poder montar los talleres nuevamente. Por lo general lugares inhóspitos que reacondicionamos para poder sacar la producción adelante. Luego disolvieron áreas y los compañeros de esas áreas fueron a Recursos Humanos y están esperando que le asignen un lugar. Algunos llegaron a pasarse a Cultura pero rápidamente la lista de pases se cerró y lo único que quedaba era Salud y otros lugares. O sea que podés tener un director de escena en un Hospital Público". Lo que sorprende de las distintas voces consultadas en el documental es que la mayoría remarca que a pesar de concentrar su reclamo en los 138 trabajadores que se encuentran en sus casas sin sitio ni espacio donde reincorporarse a trabajar, y pese a que en distintas instancias judiciales se haya ordenado que deben volver a su puesto original. La preocupación fundamental reside en la repercusión que este desmembramiento tanto del recurso humano como de la estructura pueden llegar a generar a largo plazo. Según el entrevistado Pablo Méndez, operador de efectos especiales con 10 años de antigüedad en su cargo: "El grueso de la obra que tiene que ver con lo funcional del teatro, que tiene que ver con el espacio de producción es lo que está siendo borrado del mapa. Para instalar una funcionalidad distinta, que tiene que ver con el arribo de escenas, de obras armadas para que entren directo al escenario". Tal como se cambia un decorado de televisión.
Originalemente publicado en Diario Diagonales. 05-06-2010
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