domingo, 2 de agosto de 2009

Peleando por un sueño

-Anoche me desvelé ...me quedé en la compu...

-Sí, me dí cuenta… te dije que vuelvas a la cama o no?

-Pero si estabas más dormida que la mierda!...


Voy caminando por Alem esquivando los vendedores dispuestos a razón de a dos entre columnas. Miro a la izquierda la cúspide de la loma antes de cruzar, un auto puede frenar a duras penas en la senda peatonal por el declive. Estoy escuchando música acorde a mi felicidad temporal. No me importa quedar en el centro de la bola de personas que vienen y van. Miro hacia delante a la altura de mis ojos procurando hacer contacto con la persona que viene de frente. Con la flaca nos entendemos, no así con el señor que me clava el maletín en la pantorrilla.

El hombre de boina se asoma del quiosco de diarios y me mira el culo. Sólo lo sé, no tengo necesidad de constatarlo; me hace acordar cuando de lunes a viernes corría por estas veredas y a veces llegaba a tomar el micro. Esquivando el último carro de garrapiñadas doble en la esquina de Sarmiento para cortar camino a Madero. En la esquina, quedo en sexta fila contando al primero en posición adelantada. Al doblar el primer micro pega un salto para atrás obligándonos a pegotearnos unos con otros. El flaco de adelante me clava la mochila dos veces hasta que lo chisto.

- Disculpa´…

El cardumen se mueve descocertado hasta que por fin la luz cambia de color y todos tropezamos por vez hacia delante. Me agarro de la mochila y el flaco que de repente queda mirando el cielo. Instintivamente se da vuelta:

- Disculpa´…

Todos avanzamos hasta mitad de calle donde comienza a desarmarse el grupo. Intento pasar entremedio de una pareja que no se suelta las manos. Resuelvo la cosa de un caderazo y me encuentro con un gordo parecido al de Lost. Doy media vuelta para mirarlo y siento que de atrás me obligan a avanzar. Ya casi estoy llegando a la esquina pero a la de las boleterías del Luna Park. Me paro a agarrada a un cartel de publicidad y trazo en mi cabeza las posibles opciones para llegar hasta la otra.

- No. Señorita, no se me va a colar. Recién pasó una discapacitada y ahora usted…Mandese pa´ tras.

Estoy rodeada de mamás.

- Te podés quedar quieta ya - me dice la de atrás – me pisaste tres veces, querida.

Le hago caso y me quedo en el molde entre la madre de cuatro y la chica de botas pensando como escapar. Al parecer estoy en una fila pero la gente se empuja y algunos colados son corridos para el final por otros con remeras pintadas.

Me salgo de la cola y uno me ubica de un golpe en mi lugar

- Es por los pibes, flaca, no te lo tomés a mal.

Resuelvo avanzar con la cola que inesperadamente se mueve hacia delante.

- Piba, me sacas dos para las nenas? Intenté venir más temprano pero mi marido y yo tenemos un maxiquiosco y no podemos cerrar, viste? Gracias. Que sean dos de $150. Con mi marido te vamos a estar mirando desde acá.

- Señora, no estoy en la fila…sólo…

- Flaca, colaborá - el marido resulta ser el de la remera pintada que me puso en mi lugar.

No me queda más que hacerles el favor; al fin y al cabo estoy de paseo, no tengo apuro y no quiero que me surtan.

El marido me hace marca personal mientras le dice a la de atrás que soy la hermana o algo así. Al momento de llegar a la ventanilla me tira tres billetes de cien en el bolsillo.

- Hacelos mierda- me dice al oído.

La señorita me pregunta qué voy a llevar. No tengo la más puta idea. Nos separa un silencio incomodo. Luego se estira hasta llegar al vidrio y con la nariz aplastada me grita:

- Y explicame una cosa, como podes dormir tan tranquila vos.