miércoles, 30 de diciembre de 2009

DE DÍA SÓLO HAGO LO POSIBLE. DE NOCHE TAMBIÉN, SALVO QUE SEA NOCHE BUENA (Segundo envío)

Sin embargo me siento embriagado por tanta gente a mi lado. Puedo verlos como en las películas charlando entre sí hasta que quiebran su cabeza hacia atrás y largan una carcajada al cielo. Ahí la cámara toma otros dos sujetos y así hasta desembocar en el niño que hasta hace unos instantes compartía la mesa conmigo y repleto de comida caminó hasta al sillón donde se durmió. Sencillamente se tiró una siesta en plena cena de Navidad.
En la cabecera de la mesa veo a mi madre hablar con su hermana y a mi padre retirar la silla para atrás con la camisa abierta. Un poco más acá, mi hermano le cuenta algo a la platea femenina compuesta, en este caso, por mi abuela y dos primas segundas. Se borronean un poco los contornos y la imagen va y viene. Hago foco en el sifón y luego en mi plato sobre la mesa. Entrecerrando los ojos puedo distinguir los colores aunque no veo bien las formas de los pétalos de las flores. Bajo un poco más la cabeza pero ésta se desploma como si simplemente se desprendiera sobre los restos de grasa del asado. Escucho a mi madre taconear el metro que la separa y no mucho más.
Aunque no veo nada, siento que me sujetan entre dos e intenta enderezarme en la silla. Siento las manos aferradas a mis antebrazos mientras que la cabeza se mueve sin control aferrada por una bisagra falseada. Mi madre me toca la nuca continuamente como cuando buscaba piojos. Siempre la muy turra me clavaba las uñas en el afán de matarlos sea como sea y terminaba sacándome sangre.
- Quedate quieto que agarré uno gigante acá- luego el ploc que hacían los bichos cuando los quebraba al medio. Mi madre dic
e que es imposible que escuche el ruido del cuerpo al partirse. Pero a los adultos la mayoría de las cosas les son imposibles.
Por ejemplo volar y sin embargo si ahora mismo hago el esfuerzo puedo sentir en cada extremidad de mi cuerpo la sensación de estar dormido arrullado por el rumor de la fiesta y sin previo aviso senti
r que algo separa mi cintura del almohadón y esa misma masa de aire levanta mis piernas que cuelgan y quedar completamente suspendido. Incluso despertar en el auto o en mi cama sin el menor esfuerzo.
Yo por eso siempre a penas siento el cosquilleo de la sangre en mi estómago después de comer, me acuesto para dejar de hacer lo posible. Así logro que Papa Noel deje los regalos o suspenderme en sueños. Sin embargo hoy no puedo concentrarme, me falta el rumor monocorde de fondo y por más que aprieto los ojos me despierto. Aún mareado me siento en el sillón y veo a mi alrededor un puñado de gente que se mueve de un lado a otro hablando por celular, otros permanecen inmóviles con la mirada ausente. La única alterna de un bando a otro es mi madre tirada en el suelo llorando al lado del cuerpo. Sujeta con ambas manos la cabeza en su regazo mientras le habla al cielo raso palabras que no entiendo. Siento puntadas en el brazo sobre el que estoy apoyado y mientras me reclino nuevamente sobre el sillón pienso a dónde irá mi primo si el cuerpo ya está muerto y las ambulancias tardan tanto en llegar especialmente en una noche como esta.

lunes, 28 de diciembre de 2009

DE DÍA SÓLO HAGO LO POSIBLE. DE NOCHE TAMBIÉN, SALVO QUE SEA NOCHE BUENA (Primer envío)


Bajo la escalera ajustándome el cinturón que me prestó mi viejo para la ocasión; justamente porque no suelo usarlo en mi vida cotidiana, me cuesta bastante hacer pasar la tira por la hebilla. Cuando era chico me sucedía algo parecido producto de la prisa con la que intentaba quitármelo a escondidas de mi madre. Tengo grabado a fuego el ruido del taconeo por la planta baja de la casa apurando a mi hermano y a mi viejo para llegar temprano a la iglesia. En ese entonces tenía sentido vestirse de fiesta.

Por lo general no íbamos a misa salvo que ese año se bautizara un primo o un vecino, en cambio los 24 de diciembre el párroco sabía que podía contar con nuestra presencia en la novena fila de bancos. Me recuerdo entonces, bajando corriendo estas mismas escaleras alfombradas mientras desprendía la hebilla que mi madre había ajustado previamente y luego tirando sin mirar el cinto a los sillones en el living escondido bajo el recodo de la escalera. En ese entonces podía hacer todo eso sin caerme tal como ahora lo estoy haciendo. Pienso rápido que las manos tienen que soltar la hebilla pero la gravedad me chupa al piso antes que pueda reaccionar.

El talón sale despedido del filo del escalón, siento como la alfombra me quema la parte de atrás del muslo a pesar del pantalón de vestir que llevo puesto. Termino de derrapar cuando la cola se asienta en el descanso y la nuca rebota contra un peldaño más arriba. Después no mucho más salvo los gritos interminables de mi madre que taconea de la cocina hasta la escalera.

Abro los ojos para evitar que se abalance sobre mí y me golpee más de lo que estoy.

- ¡Cómo te vas a caer así, Joaquín! Explicame qué mierda estabas haciendo para caerte de esa forma…Será de dios…No gano para sustos yo.

- No pasó nada, ma…Estoy bien…- veo su mano cruzar por mi cara- No pará…no me toqués…

- Dejame ver que te hiciste. Alberto, podés venir…

- Dejalo mamá estoy bien. Te podés tranquilizar…

Detengo la mano de ella con mi derecha. Por fin todo se aquieta: ella, completamente pálida a mi lado, el techo, las sillas, la mesa. Todo vuelve casi al mismo lugar.

- ¿Qué te pasó macho? ¿Te la diste? – dice Alberto al entrar en la escena- Vos anda para la cocina que se están pasando las papas para la ensalada…

Mi madre acepta su derrota y se va. Mi viejo me ayuda a levantarme despacio y a pesar de estar un tanto aturdido, no siento mucho dolor.

- ¿Seguro que estás bien? Mirá, no nos cuesta nada ir a hacer una consulta a la guardia.

- No viejo, fue un susto. No pasó nada…

Parado en el penúltimo escalón veo las tiras del cinturón colgando de cada lado. Lo ajusto y antes de que me insista camino a la cocina donde envuelvo un par de hielos en un repasador naranja. Mie siento en una banqueta al lado de la mesa del teléfono y me pongo frío en la nuca. Mi madre aprovecha para contarme la última de la vecina de enfrente.

En el comedor de la casa, mi vieja se encargó de armar una mesa larga con caballetes gentileza de la vecina que con el dinero de los negocios turbios de su marido se fue a pasar la Navidad afuera. La mesa ocupa casi toda la sala y para pasar hay que esquivar las sillas y las mesitas dispuestas para apoyar los dulces de la sobremesa. Echando un vistazo desde el umbral siento algo de emoción y vergüenza al mismo tiempo. La mesa está cubierta por un mantel rojo y una hilera de velas traza un sendero en el centro. Algo de esta escena repetida años tras año, me hace entender lo ficticio de la vida.

Siento el timbre de la calle y me apuro a repartir los miñones de pan. A eso de las diez estamos todos sentados a la mesa, las ensaladeras pasan surcando el aire de un lado para el otro con cierto apuro. Se escuchan conversaciones interrumpidas por la frase “alcánzame la de rúcula o la de zanahoria” una y otra vez más lejos o más próximo según donde aterrice el bols. Luego de la primera media hora, la emoción decae un poco y el murmullo tiende a ser más piadoso con las conversaciones suculentas.

Estoy sentando entre el esposo de una prima de mi vieja y mi primo más chico estratégicamente colocado en el caballete que sostiene la mesa. De vez en cuando lo ayudo a servirse para evitar que me patee las canillas al treparse en la banqueta. En eso estoy cuando mi viejo hace su entrada triunfal. Creo que sólo por eso todos los años rompe su juramente de no festejar más en casa. Por este simple momento en que entra con una fuente negra en la mano y pide un aplauso para el asador.

Todos festejan e incluso su hermano le grita alguna guasada. Alberto pasa y ofrece a cada uno de los invitados un choricito o recomienda cuál es la mejor porción de asado. No hay nadie que se atreva a discutirle sobre carne en su propia casa.

Yo cuando como no hablo. Es una costumbre que de chico adquirí y me impidió tener muchos amigos. Durante la primaria, las madres me invitaban a dormir a la casa de mis compañeros pero presumían, en mi silencio a la hora de la cena, una cierta melancolía por mi hogar. Algunas incluso llamaban a mis viejos para que me pasen a buscar preocupadas por mi supuesta tristeza. En realidad a mí no me pasaba nada pero nunca nadie me preguntó.

En mis 28 años la cosa no había variado demasiado y el marido de la prima de mi vieja pronto termina por darme la espalda y entablar conversación con mi cuñado. Entonces quedamos solos con el niño que tampoco está muy interesado en establecer un diálogo. De a ratos me pide Coca y yo no puedo negarme sin hablar, así que le sirvo. Cuando no quedó nada en su plato se levanto sigilosamente y se va. Es entonces cuando quedo plenamente solo.


(Continúa)


domingo, 20 de diciembre de 2009

M i cuerpo es u n continente

El desconsuelo/ Laura Valencia, Luciana Lima, Cabe Mallo, Juan Pablo Thomas, Lucía Savloff.


Caja Ambulante / La Fabriquera
http://picasaweb.google.es/danielacamezzana/CAJAAMBULANTE#


Danza a la deriva / Espíritu Falcon
http://picasaweb.google.es/danielacamezzana/DANZAALADERIVA#


Disposición / José de Diego
http://picasaweb.google.es/danielacamezzana/DISPOSICION#

La piba




19.11.09
Plaza Moreno
127 aniversario de la ciudad de la plata

http://picasaweb.google.es/danielacamezzana/19DeNoviembre2009#


lunes, 7 de diciembre de 2009

CIELO ABIERTO, PARQUE CERRADO


CIELO ABIERTO, PARQUE CERRADO

Danza en el Parque Saavedra

Martes 8 de diciembre de 2009

17hs puntual.

Inicio del recorrido 12 y 68

La propuesta de esta jornada es habitar un espacio históricamente vedado en el imaginario de la ciudad, delineando un recorrido a través de la danza. No existe un escenario único, sino que la geografía del Parque Cerrado se convierte en escenarios de los cuerpos en movimiento, un lugar en común entre 9 grupos de danza con diferentes estrategias para desplegarse en el lugar.

El punto de encuentro para iniciar el recorrido es en la esquina de 12 y 68 a las 17hs. De ahí en más se sucederán las distintas propuestas en distintos puntos del parque hasta finalizar el recorrido en 12 e/ 67 y 68.


PROGRAMA DE LA JORNADA

Espacio 1) Puerta de entrada y molinete

"Danza a la Deriva"

Colectivo Espíritu Falcon.

Espacio 2) Potrero

VIOLENZA: ¿VUELVEN, NO?
DECIDIMOS ESTAR SIEMPRE DE IDA


Lucas Condro
Kathryn Trigg
Natalia Tencer

Espacio 3) Estatua sin cabeza (Zeus y Europa)

Mi cabeza se perdió, dejó de ser esa triste máquina y se convirtió en un lago.
Desde entonces no pienso: reflejo.

Dirección :Laura Valencia
Eray Arce, Luciana Lima, Lucía Savloff, Ana Arrostito, Agustina Canosa, Daniela Camezzana


Espacio 4) Zona de árboles(espacio a compartir por dos grupos)

Trailer

Aurelia Osorio y Gisel Gainsborg, María Aguirregomezcorta


Músico en vivo: Daniel Callejas Leiva


Cierta

Inés di Tada. Música: “Aria” A. Vivaldi /Voz: Verónica Ruscitti / Piano: Guillermo Saidón / Cello: Hugo Figueras / Foto-Grafica: Gustavo Gil

Espacio 5) Camino al costado de la fuente

Cartón Anfibio”
Grupo "Río de Nada"

Dir. Ana Messina

Intérpretes: Rebeca López, Homero Cóccaro, Eduardo Campo, Fernanda Tappatá y Ana Messina

Espacio 6) Reja

"De lo nuestro" (fragmento)
Dirección: Laura Cuchetti
Ballet Contemporáneo de la Escuela de Danzas Clásicas de La Plata

Espacio 7) Círculo de Árboles (espacio a compartir por dos grupos)

En el aire

Fernanda Alessandro y Juliana Alessandro

"Eco artificial"
Yamila Cruz Valla. Músico en vivo: Mauricio Aguirre



http://cieloabiertoparquecerrado.blogspot.com/

lunes, 30 de noviembre de 2009

Expongo en:

La exposición estará colgada del 1/12 al 5/12
en el 1º piso del Centro Cultural Estación Provincial.

CRONOGRAMA DE CHARLAS

Martes 1/12 a las 19hs. Arte de tapa: Desarrollo del Concepto

• Santiago Barrionuevo (El mató un policía motorizado, Prietto viaja al cosmos con Mariano, La Patrulla Espacial entre otros)
• Javier Belza (Crema del Cielo, Mister America, Tenista, Reinoso, entre otros)

Sábado 5/12 a las 19 hs. Rock de entre casa.

• Leo Vaca + Martín Lucesole + Martín Bonetto

Leo Vaca: http://www.flickr.com/photos/34416997@N06/
Martin Bonetto: http://www.myspace.com/sanmartanmartinbonetto
Martín Lucesole: www.flickr.com/photos/martin_lucesole/

5ta MUESTRA AMBULANTE | Grupo La Grieta | Medio Limón
Barrio Meridiano V, La Plata.

http://muestraambulante.blogspot.com/



Más info: http://lr11.com.ar/web/news/expo_fotos/index.html

martes, 24 de noviembre de 2009



Todo lo que busco…es un ensayo fotográfico en base a los álbumes de la vida de Nora y Cesar

Las personas están habitadas por recuerdos y la fotografía es la ilusión de materializarlo.

¿Qué es un recuerdo?

Hay mucho más de lo que la persona cuenta sobre su foto. Esa sobrante, lo que no se buscó capturar, es aquí recortado, vuelto a fotografiar, reescrito empecinadamente, como si de algo nuevo se tratara.

Todo lo que busco…es un retrato involuntario de época donde es muy difícil no encontrarse.

Cualquiera de ustedes puede ser el sujeto de estas fotos; mi infancia podría ser resumida por algunas de ellas.

Todo lo que busco… es la historia en común con Nora y César.


http://muestraambulante.blogspot.com/
Agradecimientos: Edu Morote por el diseño; Vero Pastuszuk, Pollo y Eray Arce (retoques texto)

sábado, 7 de noviembre de 2009

domingo, 1 de noviembre de 2009

EL HOMBRE DE MIS SUEÑOS





Se despierta vez fulminada por la electricidad recorre su cuello por tercer. El latigazo impide que la cabeza se estrelle contra el pecho como una gota de agua. Valeria está muerta, sabe que ha perdido la batalla. Se incorpora en el respaldo de la silla, se despereza torpe y mira de reojo a Martín que incólume se debate en un zapping eterno. El cuarto está iluminado a penas por el destello de la pantalla de la tv. Los dos sentados uno junto al otro se desenchufan del día frente a la pantalla.

Él que parece absorto se inquieta ante el latigazo de la cabeza de ella y entre dientes le susurra:

- ¿Che, por qué no te vas a la cama?

A pesar de la dulzura del tono de voz hay cierta ansiedad contenida. Es entonces, mejor dicho, cuando sabe que ha perdido la batalla. Valeria se despide con un beso y camina el pasillo que la separa de la habitación acompañada por una sensación de miedo. Siempre tuvo miedo a acostarse sola. Mientras se desnuda sentada en el borde de la cama, escucha los primeros pasos de él en un rito que de oído le es familiar. Vierte agua hirviendo en la taza azul (la misma que encuentra sucia en la mesa por las mañanas) y escucha rebotar la cucharita contra la loza en un ritmo frenético, luego el lodazal es invadido por una catarata de agua que baja de la pava. Silencio. Casi imperceptible ruido de la silla, Valeria diría que escucha el tecleo del control remoto. Se mete en la cama enojada. Él la sobrevive casi todas las noches y construye ese mundo ajeno, desconocido, como si la casa en su poder no fuera más la casa. Con los ojos doloridos ya entre sábanas, Valeria hace un esfuerzo por percibir un sonido más que lo devele. La convicción que la guía es casi tan fuerte como la de un niño en la madrugada del 25 de diciembre. Aunque el sueño en los dos casos tiende un velo piadoso.

Por las noches Martín se convierte en ese hombre que ella quiere poseer, él que encuentra sus placeres ocultos tan inocuos como vedados. Ella no sospecha, confirma la certeza de que nunca será capaz de conocerlo por completo; incluso de cuerpo presente a su lado inerte y desparramado en la cama.

Al otro día, Martín le cuenta fragmentos de la noche con trazos gruesos como los que dibujan los recuerdos y a veces ella está incluida en sus aventuras. Por ejemplo hace dos noches, cuando él estaba leyendo a su lado, ella acostado se sentó de repente en la cama mientras pasaba el tren por la ventana y sentenció a los pasajeros con el dedo índice. “Me diste un poco de miedo, pero en realidad no estabas enojada” reflexiona Martín en voz alta

Valeria se calla, no sabiendo qué responder ante esa mujer que la habita cuando ella vacía de sentido su cuerpo. También siente un poco de envidia a esos viajantes que se llevan consigo una mirada de Martín que ella desconoce.

Dos días después de esa noche, vuelve aparecer la mujer que la habita mientras Martín tipea a las 2 am un trabajo a punto de terminar. Valeria no se entera de nada. La mina se da vuelta en la cama hasta quedar de frente a él que saca las manos del teclado y las deja caer sobre las rodillas. Ella dice con la voz resquebrajada unas palabras amorfas que Martín no intenta decodificar. Llorisquea un poco y aprieta con el puño las sábanas. Luego dice dos cosas más.

Martín le pasa la mano por la espalda y le dice “no fue nada, ya está” Ella suelta la sábana y se da vuelta tranquila sin dar ninguna señal más.-

sábado, 10 de octubre de 2009

A FAVOR



Creo que mi debut en salir disparada a Capital fue el 27 de junio de 2002. Digo creo, porque muchas veces mi memoria falla en relación a días y horarios. Lo que sí recuerdo es haber entrado con desazón al aula y comentar con mi compañera de turno la impresión que las imágenes habían dejado en nosotras. “Se me puso la piel de gallina, boluda. A causa del recuerdo aún fresco en la memoria o el eterno vaho del aula del Jockey Club me dieron nauseas. Quería urgente mover de ahí.

El profesor empezó con un speach progre interrumpido por la aparición de unos alumnos con remeras negras que le pidieron unos segundos. Él los dejó trasmitir la invitación a la marcha y retomó el uso de la palabra asegurando que no podría falta a quien quisiera ir.
Creo que todavía seguía hablando del derecho a manifestarse cuando crucé la puerta del aula.



No conocía a muchos de los que estaban en el vagón del tren. Simplemente me cuidaba de no perder a mi amiga de vista. Si todos avanzaban, nosotras avanzabamos. De vez en cuando pasaba una conocida con más experiencia que nos decía que hacer. “Si se arma bardo, nos encontramos en la Universidad de las Madres” nos dijo cuando bajamos al subte. Le pregunté a mi amiga si sabía dónde quedaba, pero ninguna de las dos sabíamos.


Me acuerdo también de ir caminando por Cerrito al lado de los policías formados y pensar “ Nos pueden matar en cualquier momento” Simplemente darme cuenta de eso, que la juventud no es un talismán contra la muerte.


Luego la Plaza, los cantos y el minuto de silencio.



A esa marcha le siguieron unas cuantas más de repudio, de descontento, de rabia pero fundamentalmente como exorcismo de la impotencia. Al tiempo ya podía indicar puntos de encuentro en Plaza de May
o como quien habla del pueblo de su infancia y saber el momento exacto para desconcentrar y encontrar móvil a La Plata.


Un día incluso después de una nos quedamos con unos recién conocidos en Capital comiendo pizza y birra hasta las 3 de la mañana.
Si al día siguiente alguno hubiera recorado lo que se habló, habríamos salvado el mundo.


Años después (por ayer) mirábamos la sesión de senadores filtrados por el laburo de toda la semana. De vez en cuando alguno de los dos puteaba a la pantalla o se levantaba para dar vueltas por la habitación y volver a la cama. “¿Escuchaste lo que dijo este conchudo? Que los que están en la Plaza no saben por qué están ahí”



“Estaría para ir, no?”



Perde
r el miedo a la incomodidad, al frío, a llegar tarde, a que no pase nada, a que pase lo mismo de siempre, a que te tilden de K, a quedar a bajo de banderas que no querés, a que te usen, al ridículo, a creer en algo, a poner el cuerpo. Perder el miedo a sentirse movilizado.



La autopista está limpia a la una de la m
añana. Vamos a los palos, eso me da un poco de nauseas. En todo el espectro de radios AM o FM, no encontramos una que esté pasando el debate. Si un tema de los Bee Gees y casi todos los cantamos. “Estamos haciendo historia, se dan cuenta?” dice el dueño del auto.


Cuando llegamos a la Plaza está hablando el ante último en la lista de oradores. Después de más de diez horas de debate, después de que por primera vez en la historia tuviera que dar la cara. Y con nombre y apellido ser caratulados: A FAVOR/ EN CONTRA. Pienso que nunca antes me había aprendido el nombre de estos tipos, salvo el de Cobos. Por obvias razones. Un antes y un después para las listas sábanas.


Hay de todo en el campo popular: motoqueros que comen pizza al borde la masa, chicas que bailan al ritmo de los bombos, estudiantes universitarias lookeadas, vendedores ambulantes, gente con la que estoy de acuerdo y gente con la que no. A todos ellos me alegro de verlos.



Es el turno del último orador se escucha en silencio y se exclama en cada punto o coma que aparece. Es más también se aplaude.


Ganamos, boludo? Se dan cuenta…es la primera vez que ganamos!


Nos volvemos a casa con una sospechosa sensación de alegría. A todos los allí presentes nos pasa los mismo, esperamos un rato como si a ultimo momento alguien nos va a decir dónde está el estofado. Pienso que en mis veinticinco años nunca moví a una plaza para apoyar algo pero que tampoco volví con esa sensación de que la tarea no está cumplida. Que seguir poniendo el cuerpo para que esta noche valga la pena.






jueves, 24 de septiembre de 2009

Yo tmb! (pero no me atrevo a firmar al lado de esos nombres...)

Por la ley de medios

Los abajo firmantes apoyamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual porque entendemos que la actual concentración de medios de comunicación en manos de monopolios privados cercena el derecho a la información de nuestra sociedad, avasallando una de las conquistas más importantes y colectivas de la democracia, como es la libertad de expresión, en nombre de la defensa de sus intereses particulares. También entendemos que los binarismos no sirven para llevar adelante un debate productivo sobre esta ley fundamental, porque es una ley que trascenderá a los mismos actores en disputa. Ni el Gobierno ni la oposición ni las empresas monopólicas tienen las mismas responsabilidades, frente a una creciente demanda social de reforma del sistema de medios audiovisuales.

Porque más allá del contexto en que el debate se produce -originado en parte por los intereses que afecta el proyecto de ley- es inaceptable que la comunicación audiovisual siga regulada por una ley que, impuesta bajo la dictadura, cuenta hoy entre sus defensores a entidades como ARPA y ATA, que en ese momento eran parte de la autoridad de aplicación, y que hoy se envanecen en nombre de “la libertad”.

Porque es necesario incorporar la mayor cantidad de gente posible, a través de organizaciones intermedias, a la gestión de los medios y de sus contenidos, y que el Estado garantice una mayor pluralidad, a través de los canales institucionales amparados en la Constitución Nacional y no por intermedio de los intereses económicos de los particulares que, en nombre de la libertad de expresión, aprovechan su desregulada participación en el mercado para manipular la información a los fines de preservar su poder económico y político.

En ese sentido, entendemos al proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual como una oportunidad histórica de fortalecer la democracia, tanto en lo que respecta a sus instituciones como a las posibilidades de participación. Desmonopolizar mejora la calidad de vida democrática porque impide que un solo actor determine la agenda de la conversación pública liberando también a los trabajadores de esos medios monopólicos de las garras de un solo patrón. A su vez no hay democracia posible si los poderes que de ella surgen no garantizan una pluralidad de voces real, que dé cuenta de la polifonía de una sociedad que requiere de la participación de todos sus actores. Libertad de expresión entendida como participación pública de toda la sociedad, de un Estado que la garantiza, y no como construcción comunicacional de los negocios y acuerdos que se hacen puertas adentro. Una ley que garantiza mayor transparencia en la producción y circulación de contenidos, que la ley que nos legó la dictadura y aún hoy sufrimos.

Esta Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual será una Ley de la Democracia, fruto de dos décadas de debates, celebrados en foros, universidades nacionales y entidades de bien público que entienden al derecho a la información libre, plural e independiente como un paso más en la mejora de la calidad institucional y política de una sociedad. A 26 años del fin de la dictadura cívico-militar, se impone la necesidad de revalorizar la libertad de expresión en nombre de los intereses colectivos. Una ley que abra la posibilidad de convertir a la información en un bien público y no en un negocio que ha demostrado responder no sólo a la remanida libertad de empresa, sino a la imposición de políticas y agendas propias de un totalitarismo de mercado que se sustenta en la desinformación y la manipulación de un derecho adquirido por la sociedad en su conjunto.


Karina Arellano - Martín Armada – Mario Arteca - Eduardo Blaustein -Leopoldo Brizuela - Alejandro Caravario - Fabián Casas – Pablo Chacón - María del Carmen Colombo - Juan Desiderio - Lucía De Gennaro - Cecilia Di Genaro - Cecilia Di Gioia - Gabriel Di Meglio -Magdalena Diehl - Elsa Drucaroff - Mariana Enriquez - Horacio Fiebelkorn - Daniel Freidemberg - Romina Freschi - Martín Gambarotta - Griselda García - Alicia Genovese - Mercedes Halfon - Mariano Hamilton - Sebastián Hernaiz – Alejandro Horowicz - Claudio Iglesias - Juan Diego Incardona - Alfredo Jaramillo -Jorge Kaskilioff - Gerardo Jorge - Pablo Katchadjian - Violeta Kesselman - Marina Kogan - Ángela Lerena - Alejandro Lingenti - Joaquín Linne - Pablo Llonto - Gustavo López - Marina Mariasch -Fabián Mauri - Alejandro Méndez - Sebastián Mignogna - Ignacio Molina - Sebastián Morfes - Clara Muschietti - Fernanda Nicolini - Adrián Paenza - Paula Peyseré - Sol Prieto - Sergio Raimondi - Damián Ríos - Martín Rodríguez – Alejandro Rubio - Diego Sánchez - Esteban Schmidt - Federico Scigliano – Sebastián Scigliano – Alejandro Sehtman - Mónica Sifrim -Juan Terranova - Hernán Vanoli - Alejandro Wall - Claudio Zeiger - Luciana Peker- Daniela Pasik- Facundo Di Genova- Ezequiel Hara Duck- Hernan Gerschuny- Mariano Melamed- Adela Ponce de León- Nancy Giampaolo- Pablo Zarfati- Wally Farias- Paulina Cossi- Fernanda Pérez Bodria- Eva Grinstein- Katza Kumik-

domingo, 2 de agosto de 2009

Peleando por un sueño

-Anoche me desvelé ...me quedé en la compu...

-Sí, me dí cuenta… te dije que vuelvas a la cama o no?

-Pero si estabas más dormida que la mierda!...


Voy caminando por Alem esquivando los vendedores dispuestos a razón de a dos entre columnas. Miro a la izquierda la cúspide de la loma antes de cruzar, un auto puede frenar a duras penas en la senda peatonal por el declive. Estoy escuchando música acorde a mi felicidad temporal. No me importa quedar en el centro de la bola de personas que vienen y van. Miro hacia delante a la altura de mis ojos procurando hacer contacto con la persona que viene de frente. Con la flaca nos entendemos, no así con el señor que me clava el maletín en la pantorrilla.

El hombre de boina se asoma del quiosco de diarios y me mira el culo. Sólo lo sé, no tengo necesidad de constatarlo; me hace acordar cuando de lunes a viernes corría por estas veredas y a veces llegaba a tomar el micro. Esquivando el último carro de garrapiñadas doble en la esquina de Sarmiento para cortar camino a Madero. En la esquina, quedo en sexta fila contando al primero en posición adelantada. Al doblar el primer micro pega un salto para atrás obligándonos a pegotearnos unos con otros. El flaco de adelante me clava la mochila dos veces hasta que lo chisto.

- Disculpa´…

El cardumen se mueve descocertado hasta que por fin la luz cambia de color y todos tropezamos por vez hacia delante. Me agarro de la mochila y el flaco que de repente queda mirando el cielo. Instintivamente se da vuelta:

- Disculpa´…

Todos avanzamos hasta mitad de calle donde comienza a desarmarse el grupo. Intento pasar entremedio de una pareja que no se suelta las manos. Resuelvo la cosa de un caderazo y me encuentro con un gordo parecido al de Lost. Doy media vuelta para mirarlo y siento que de atrás me obligan a avanzar. Ya casi estoy llegando a la esquina pero a la de las boleterías del Luna Park. Me paro a agarrada a un cartel de publicidad y trazo en mi cabeza las posibles opciones para llegar hasta la otra.

- No. Señorita, no se me va a colar. Recién pasó una discapacitada y ahora usted…Mandese pa´ tras.

Estoy rodeada de mamás.

- Te podés quedar quieta ya - me dice la de atrás – me pisaste tres veces, querida.

Le hago caso y me quedo en el molde entre la madre de cuatro y la chica de botas pensando como escapar. Al parecer estoy en una fila pero la gente se empuja y algunos colados son corridos para el final por otros con remeras pintadas.

Me salgo de la cola y uno me ubica de un golpe en mi lugar

- Es por los pibes, flaca, no te lo tomés a mal.

Resuelvo avanzar con la cola que inesperadamente se mueve hacia delante.

- Piba, me sacas dos para las nenas? Intenté venir más temprano pero mi marido y yo tenemos un maxiquiosco y no podemos cerrar, viste? Gracias. Que sean dos de $150. Con mi marido te vamos a estar mirando desde acá.

- Señora, no estoy en la fila…sólo…

- Flaca, colaborá - el marido resulta ser el de la remera pintada que me puso en mi lugar.

No me queda más que hacerles el favor; al fin y al cabo estoy de paseo, no tengo apuro y no quiero que me surtan.

El marido me hace marca personal mientras le dice a la de atrás que soy la hermana o algo así. Al momento de llegar a la ventanilla me tira tres billetes de cien en el bolsillo.

- Hacelos mierda- me dice al oído.

La señorita me pregunta qué voy a llevar. No tengo la más puta idea. Nos separa un silencio incomodo. Luego se estira hasta llegar al vidrio y con la nariz aplastada me grita:

- Y explicame una cosa, como podes dormir tan tranquila vos.




viernes, 24 de julio de 2009

VISITA DE MÉDICO

(dedicado a Astrid)


Llueve como la concha de la lora, no cabe otro insulto camino a la ginecóloga. Son las 7 y pico de la mañana y me acuerdo de todo el árbol genealógico de la secretaria. Obviamente a media cuadra de la parada del colectivo, veo los inconfundibles colores de la línea quinientos cuarenta y pico pasar a gran velocidad bañando de barro el Gol estacionado. No hay un solo negocio abierto aún. El cielo gris plomizo se funde con la persiana de la Ferretería. Me aburro al segundo de observar el paisaje y agudizo mi mirada para ver si veo venir el micro a lo lejos. Por supuesto no veo nada. Cómo me fumaría un cigarrillo.

Una vez arriba todo va bien. Pasan un tema de Depeche Mode y todo. Sonrió y la gente me mira. Desde chica me pareció curioso que la gente te mire cuando sonreís por la calle. Me acuerdo al bajar de sacar plata. Siempre llevo plata por las dudas a los médicos, porque cuando me presionan un poco con obra social y todo termino garpando. Es que no quiero que piensen que yo pienso en aprovecharme de… (Tranquilos pichones de Freud, tengo claro que soy yo y en realidad nadie piensa nada)

Entro a la clínica, están todos dándose los buenos días. Una postal conmovedora para el espectador. Subo y espero en la hilera de sillas enfrente al pupitre de la secretaria. Ella llega blonda y tarda una eternidad en desabrigarse. Que la bufanda, que los guantes, que la campera.

Se sienta y reflexiono como colega involuntaria que soy lo feo de tener alguien en el primer turno. Te corta todos los ritos de la mañana.

- Buenos días, trajiste el bonito?

Detesto la palabra ”bonito” tanto como la expresión “me entendés?” La devenida

en rubia conjuga ambas expresiones al rechazar los papeles que poseo y marcarme la ausencia del indicado. Entonces sale la doctora.

- No, pero a ella dejala pasar. Estás loca vos, cómo vas a sacar turno?

Se acaba de declarar la guerra. Según una de mis mejores amigas que está en el rubro de los médicos, a las que vienen con “el doctor me dijo que preguntara por él” las hace esperar el doble y les quita las revista Caras y Gente. Las deja solas al ladito de la Viva.

No hay nada peor que una secretaría despechada; equivale a la mejor amiga de tu novio con la cual nunca pasó nada “pero teníamos una relación bárbara” No te va a perdonar la vida jamás por más simpática que seas. Todos sabemos que siempre estuvo a la sombra como los leones esperando para pegar el zarpazo.

Son muchas las cosas que me hacen acordar al noviazgo ahí adentro. Dejando de lado las fantasías Sex & the City de encontrarte un chongazo como médico, lo cual a mi entender se invalidada cuando lo ves sostener una pinza con algodón, son muchas las asociaciones que corren. La similitud menos sutil de todas: ambos creen tener el monopolio de la zona y sus usufructos. Pero más allá de eso, los dos sujetos creen saber a ciencia cierta como desenvolverse. Y es una la que se arma de herramientas para no cuestionar su sapiensa.

A solas arranca el diálogo:

- Bueno, supongo que viniste lista, ¿no?

- Sí, igual me gustaría dejar la cartera, sacarme la campera, la bufanda…

- Ah, si tenés razón! Te espero entonces.

Pero ella no tiene más que hacer y se impacienta si no me saco la ropa. La conversación recién se retoma cuando ella desaparece entre mis piernas. Por un tiempo no le veo más la cara porque cada vez que intento moverme me reta. Entonces sólo me queda repasar el cielorraso. Al rato cunde el efecto diván y empiezo a preguntarme cosas en voz alta.

- ¿Vos crees que es grave?

- No, para nada está todo normal. Tenés un cuello de útero hermoso

- Pero se ve tan desagradable… esa cosa roja.

- Bueno, eso que vez ahí, que parece una herida es el agujero por el que va a salir tu bebe…

- Decime por Dios que no hay ninguno. O llama a cardiología ya.

- Qué para tu papá…

No para el papá.

- Me imagino si vas con esa noticia, se muere!

No digo nada, por falta de ingenio ante el recurrente chiste con mi padre. Sujeto al que conocen por ser colegas.

- Bueno, ya casi estamos…Listo, te podes vestir si querés (¿) A simple vista parece que está todo bien. Igual tendríamos que charlar más adelante.

- Dale – digo agachada debajo de la camilla buscando las medias en bombacha. – ¿Pero no tendrías que revisar el nódulo?

- Tenés razón! Ahora voy y te reviso. Lo que pasa es que como me concentre en aquel tema. Dale sacate la parte de arriba y lo vemos

Con menos entusiasmo que una puta a las 6 de la mañana me desvisto una vez más en pleno invierno con varios grados bajo cero. Vuelta a sentarme en la camilla con las piernas apretadas, me saco el pulóver, la remera, la camiseta y el corpiño que se desliza por la funda de hule … hasta debajo de la camilla. Ella viene y se agacha hasta quedar a la altura de los pechos.

- Parece que las tuvieras hechas. Que envidia…están buenísimas.

Pienso en voz baja si no es un contrasentido. ¿Acaso debo decir gracias?

- Apa, pero vos acá tenés algo. Esto es un ….

- nódulo que tengo que contralar…

-…controlar cada tanto. Tiene dos centímetros más o menos. A ver dejame ver…

- Sí, ya sabía que lo tenía

-No, pero nunca lo vimos. Yo esto no lo sabía.

- Pero te conté cuando vine la primera vez … En otras consultas varios médicos me advirtieron que le tenía que prestar atención.

- Pero yo no lo sabía.

Ella no me mira más a los ojos claramente ofendida por la intrusión de los otros en su consultorio. Hasta ahora éramos ella y yo compartiendo grandes secretos (y el patólogo, voyeur oficial) Ahora somos mucho más que dos.

Me acerco apenada, es cierto, quizás no tendría que haber dicho nada. Mostrarme preocupada, preguntar por un futuro cáncer de mama. Pero esta no e s mi primera vez. Y ahora ella sabe. Sentadas una de cada lado de la mesa, miro escribir sus sentencias en hojas de recetario.

- Bueno, con todo esto creo que va a estar bien. Salgo con vos, me voy a fumar un pucho. Vos fumas?

- No dejé.

- Eso te va a venir bárbaro para prevenir el cáncer.

- Sí eso dicen.

Mi colega devenida a rubia me mira con rencor. Acota que ella también fuma pero a ninguna de las dos nos importa mucho. Antes de irse la doctora le dice que me tiene que dar las pastillas del cajón que ella sabe. Luego me da un beso y se va. La conchuda ahora tiene el poder. Con una sonrisa filosa, me dice:

- Vos sabes que no tengo mas! Lástima me gustaría hacer más por vos.