Por Daniela Camezzana
La historia de El Ejercicio Plástico, el mural que David Alfaro Siqueiros pintó en la Argentina es el ejemplo concreto de cómo todo lo que no entra en la historia, en mayúsculas, queda condenado al olvido. Y al mismo tiempo, que la historia sobrevive en la memoria individual hasta que se recobra para todos.
¿Qué pasó con el mural de Siqueiros a lo largo de los más de 30 años que quedó sepultado? “Y pasó lo que nos pasa siempre en la Argentina”, comentó Daniel Schávelzon, arquitecto y master en Restauración de Monumentos de la UNAM y autor junto a Alfonso Nieto del artículo “Ejercicio Plástico: el mural envolvente de David Alfaro Siqueiros”. El arquitecto dedicó gran parte de su carrera profesional a trabajar en temas de conservación del patrimonio cultural y políticas culturales. “Primero que nada la obra estaba situada en una casa particular, sólo entraba el que era invitado. En su momento no fue que salió en los diarios que Siqueiros había pintado un mural ahí, entonces no se lo conocía.
“Por otro lado, Siqueiros por su compromiso político y su forma de ser exuberante, arrebatado, gritón, escandaloso, se ganó muy rápidamente la bronca de todo el mundillo cultural, de Victoria Ocampo y compañía que pertenecían a la oligarquía. Imaginate, les venía este energúmeno con la Revolución Social Internacional, era como una cosa explosiva. Además como buen militante aprovechaba cualquier evento: una conferencia, una charla, una exposición, para que termine en un escándalo. Por ejemplo, una vez la legión cívica lo amenazó con que si inaugura una exposición, le van a quemar todos los cuadros. Entonces Siqueiros pone un bombero con una manguera al lado de cada uno de los cuadros y al otro día sale en todos los medios.”
David Alfaro Siqueiros regresó por segunda vez a Buenos Aires en 1933 acompañado de su mujer Blanca Luz Brum presuntamente a divorciarse. Habían sido expulsados de Estados Unidos y cuando llegan al país se encuentran con una sociedad conservadora, en el gobierno una dictadura y con muy pocas chances de desplegar su idea de “hacer arte para las masas”. Inmediatamente Siqueiros busca trabajo fuera de su disciplina para sostener la estadía de la pareja, según Schávelzon gracias a los contactos establecidos en su primera visita: “entra a escribir y publicar en un diario muy conocido de esa época llamado Crítica. Su dueño Natalio Botana un día lo desafía a pintar en un sótano abovedado de la finca Los Granados, que el tenía en la localidad de Don Torcuato. Una especie de cava para guardar vinos, Botana lo reta a que haga un mural completo. Entonces Siqueiros se pone a trabajar seducido a medias por la propuesta. Se junta con cuatro artistas que luego serían muy conocidos: Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Antonio Berni y Enrique Lázaro y comienza una de las obra más importantes del arte latinoamericano, que absurdamente es lo mejor del muralismo mexicano, pero está en la Argentina”.
El mural llamado El Ejercicio Plástico fue realizado en tres meses, mide 6,70 x 5,30 metros, tanto las paredes como el techo y el piso estaban pintadas por completo. En el mismo se encuentra retratada Blanca Luz desnuda en distintas posiciones conservando siempre la idea de que quien mira se encuentra dentro de una burbuja, por eso se dice que el mural es envolvente. Según el arquitecto y master en Restauración de Monumentos de la UNAM los motivos que condenaron la obra al olvido nacen de los tres meses de convivencia que implicó la realización de la obra. “Una vez que la termina, Siqueiros se va del país pero la mujer que es la que está retratada desnuda se queda a vivir con el dueño de casa. Hay toda una relación de pareja muy triangular, muy complicada.
En el ‘46 se muere Botana en un accidente de coche con lo cual la viuda de Botana no tiene mucho interés por un mural donde estaba pintada la amante. Menos que a nadie le importa a Siqueiros porque era un militante político muy fuerte, miembro del Partido Comunista de la línea stanilista dura. Es uno de los que intentó matar a Trotsky, un tipo de armas tomar. Y esta es su única obra sin contenido político, sin contenido ideológico. Entonces no tenía muchas ganas de que trascendiera demasiado porque era una obra que no podía justificar.”
Los herederos de Botana finalmente venden la casa y la sucesión de propietarios no le deparan un destino mejor al mural. Explicó Schávelzon: “nadie entiende que es ese cachivache en el sótano, se inunda y se pudre una parte del mural. Queda abandonada y es tomada por gente que duerme ahí, hace fuego y cosas que prefiero no describir. Se pudre todo, queda ahí durante medio siglo abandonado. Hasta que en el año '89 lo redescubre una persona Héctor Mendizabal, quien se da cuenta que era una maravilla del arte y segundo que era un negocio.”
Es esta persona quien reúne un grupo de inversores para comprar parte de la propiedad con el fin de extraer la obra dado que el edificio se vendía judicialmente para pagar los gastos de un juicio y luego se iba a demoler. “Entonces simplemente lo extraen en 5 partes. Es un restaurador mexicano el que dirige toda la operación, lo meten en unos contenedores y pasa lo que pasa en nuestro país, quedó en el contendor. Mientras estaba bajo tierra a nadie le importaba porque era un monstruo inamovible. Cuando está puesto en los contenedores se le tiran los buitres encima. Eran millones de dólares que estaban ahí adentro y no estaba muy claro de quién era.”
Luego de un arduo proceso judicial, de campañas de desprestigio en los medios de comunicación de un grupo de acreedores ligados al menemismo contra el otro y de quedar en un depósito fiscal por años, el gobierno mexicano plantea su preocupación a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su primera visita oficial al país en el 2004. Será recién después de la segunda visita donde se pone en marcha en conjunto con este país el proceso de restauración del mural y el registro de esta tarea por fotógrafos, artistas audiovisuales entre otros. Todo este material formará parte de la exhibición en el futuro museo de la Aduana Taylor.
Además el público podrá ver finalmente el mural que según Schávelzon, “aún hoy sigue teniendo una fuerza y un dinamismo particular. Además el mural es el único mural envolvente que existe, nadie más se animó a hacer el 100% del espacio. Fue un desafío y una aventura. Que en Buenos Aires de 1933, en plena dictadura y con el mundo cultural que había en ese entonces, alguien pintara con pintura para automóviles, con soplete, mujeres desnudas retorcidas y volando por el aire, realmente era una cosa de una vanguardia tremenda. Estoy seguro que el 90% de los artistas de ese momento no lo entendieron.”
Originalmente publicada en el Diario Diagonales 27-05-2010
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