“La canción debe entretener y militar”
Por Daniela Camezzana / Gabo Ferro estrena canciones de su nuevo disco en el C.C. Islas Malvinas (19 y 51)
El título del nuevo CD El hambre y las ganas de comer resume a la perfección el ánimo del artista que en su sexto trabajo encontró el equilibrio entre la necesidad de cantarle a la igualdad y construir su propia poética.
En diálogo con Diagonales, Gabo Ferro cuenta que armó un repertorio "con los cinco discos grabados hasta ahora, pero con una pata puesta en el disco nuevo. Cada show está pensado desde el cuento que uno quiere contar e influenciado por el feedback del show anterior. En este caso para no aburrir con ninguna historia, tengo ganas de hacer como un picado por los seis discos y presentar el disco nuevo hecho a cuatro manos porque es la primera vez que no escribo las letras de las canciones que están a cargo del escritor Pablo Ramos”.
El autor llegó a la obra de Gabo Ferro por sugerencia de un amigo que le recomendó escuchar el primer CD Canciones que un hombre no debería cantar . Cuenta Gabo que luego “nos cruzamos en una entrevista y quedamos muy conmovidos uno con la obra del otro. Pablo estuvo viviendo un año en Berlín por una beca y comenzamos un intercambio de mails para ver sí podía funcionar esto que finalmente tenemos entre manos. De su trabajo me atrae la manera en que encara cosas muy puntuales, muy difíciles de narrar y desde el lugar que lo hace. Tiene mucho que ver con la forma en que trabajo: tomar cosas que quizás ya están escritas pero ser novedoso desde la perspectiva”.
Este cambio “liberó” a Gabo para ocuparse de la música y los arreglos lo cual en sus propias palabras no significa en sí mismo una superación . El cantante afirma que “es simplemente una instancia diferente. Tampoco creo que cada disco tenga o deba superar el anterior en alguna cosa. Siempre hacemos el mejor disco que podemos, ese es nuestro verdadero objetivo. Y lo importante de este disco es que intenta recuperar algo que en los ‘60 y ‘70 era un boom y que no se divulgó que fue la unión entre alguien del campo de la literatura con alguien de la música. Ahora se hace con poetas muertos o ya instalados en el campo de la literatura, como Serrat-Machado, o se da algún cruce para alguna canción. Yo creo que el encuentro tiene que ser para componer obra, no sólo por un tema”.
Esta tradición que se dejó de lado a partir de la dependencia del artista a las compañías donde el hecho de compartir un disco con otra persona se evalúa como un riesgo, no sólo del que proyecto llegue a buen puerto en el tiempo justo, sino por complicaciones legales y el miedo al rechazo del público a aquello que no le resulta familiar o conocido. Gabo reconoce que gracias al camino recorrido y una carrera que lo avala, pudo impulsar este proyecto. “Tuve que forjar mi carrera para poder llegar a esta instancia. Primero tuve una experiencia de banda con Porco en los ‘90 y al haber salir de la banda con un disco de una personalidad muy fuerte signó todo el proyecto posterior. En realidad era sólo un disco, es lo más honesto decirlo, hay gente que elige por cada disco componer una unidad. Pero si yo no hubiese definido el estilo desde el primer disco, me hubieran encasillado en el lugar del cantautor clásico que va al poeta a pedirle las letras que no puede escribir o no quiere escribir. Y acá me animo porque ya nadie me va a poner la etiqueta del ‘pibe no sabe escribir una letra por lo tanto va a buscar que lo ayuden’. Acá está claro que es una sociedad para el disfrute. Este disco buscó su momento y salió en su momento”.
De igual modo, Gabo encontró la calma para insistir con la canción que “debe entretener y militar. Existe un prejuicio de decir cosas porque cuando alguien sube al escenario con una guitarra en mano se supone que no puede hacer otra cosa o es militante panfletario por lo tanto es aburrido. En España me decía: ‘acá vemos un tipo con una guitarra y nos imaginamos a Ismael Serrano’ o ‘por qué vamos a pagar por ese formato si lo podemos ver gratis en el subte’. Pero cuando ven que uno elige este formato parado en lugar y tiempo histórico, no queriendo ser un cantautor de los ‘70, sirve para decir cosas de esta generación. No puedo cantar sobre el Che Guevara sería anacrónico, pero sí creo hay que cantar por la igualdad y los derechos que son política pura, pero no panfleto. Nunca me olvido que la canción es sentimiento, pero no por eso tiene que ser inocente y estar descargada”. Gabo lo sabe, los temas que elige no son novedosos pero aún hoy siguen siendo un plato fuerte.
En diálogo con Diagonales, Gabo Ferro cuenta que armó un repertorio "con los cinco discos grabados hasta ahora, pero con una pata puesta en el disco nuevo. Cada show está pensado desde el cuento que uno quiere contar e influenciado por el feedback del show anterior. En este caso para no aburrir con ninguna historia, tengo ganas de hacer como un picado por los seis discos y presentar el disco nuevo hecho a cuatro manos porque es la primera vez que no escribo las letras de las canciones que están a cargo del escritor Pablo Ramos”.
El autor llegó a la obra de Gabo Ferro por sugerencia de un amigo que le recomendó escuchar el primer CD Canciones que un hombre no debería cantar . Cuenta Gabo que luego “nos cruzamos en una entrevista y quedamos muy conmovidos uno con la obra del otro. Pablo estuvo viviendo un año en Berlín por una beca y comenzamos un intercambio de mails para ver sí podía funcionar esto que finalmente tenemos entre manos. De su trabajo me atrae la manera en que encara cosas muy puntuales, muy difíciles de narrar y desde el lugar que lo hace. Tiene mucho que ver con la forma en que trabajo: tomar cosas que quizás ya están escritas pero ser novedoso desde la perspectiva”.
Este cambio “liberó” a Gabo para ocuparse de la música y los arreglos lo cual en sus propias palabras no significa en sí mismo una superación . El cantante afirma que “es simplemente una instancia diferente. Tampoco creo que cada disco tenga o deba superar el anterior en alguna cosa. Siempre hacemos el mejor disco que podemos, ese es nuestro verdadero objetivo. Y lo importante de este disco es que intenta recuperar algo que en los ‘60 y ‘70 era un boom y que no se divulgó que fue la unión entre alguien del campo de la literatura con alguien de la música. Ahora se hace con poetas muertos o ya instalados en el campo de la literatura, como Serrat-Machado, o se da algún cruce para alguna canción. Yo creo que el encuentro tiene que ser para componer obra, no sólo por un tema”.
Esta tradición que se dejó de lado a partir de la dependencia del artista a las compañías donde el hecho de compartir un disco con otra persona se evalúa como un riesgo, no sólo del que proyecto llegue a buen puerto en el tiempo justo, sino por complicaciones legales y el miedo al rechazo del público a aquello que no le resulta familiar o conocido. Gabo reconoce que gracias al camino recorrido y una carrera que lo avala, pudo impulsar este proyecto. “Tuve que forjar mi carrera para poder llegar a esta instancia. Primero tuve una experiencia de banda con Porco en los ‘90 y al haber salir de la banda con un disco de una personalidad muy fuerte signó todo el proyecto posterior. En realidad era sólo un disco, es lo más honesto decirlo, hay gente que elige por cada disco componer una unidad. Pero si yo no hubiese definido el estilo desde el primer disco, me hubieran encasillado en el lugar del cantautor clásico que va al poeta a pedirle las letras que no puede escribir o no quiere escribir. Y acá me animo porque ya nadie me va a poner la etiqueta del ‘pibe no sabe escribir una letra por lo tanto va a buscar que lo ayuden’. Acá está claro que es una sociedad para el disfrute. Este disco buscó su momento y salió en su momento”.
De igual modo, Gabo encontró la calma para insistir con la canción que “debe entretener y militar. Existe un prejuicio de decir cosas porque cuando alguien sube al escenario con una guitarra en mano se supone que no puede hacer otra cosa o es militante panfletario por lo tanto es aburrido. En España me decía: ‘acá vemos un tipo con una guitarra y nos imaginamos a Ismael Serrano’ o ‘por qué vamos a pagar por ese formato si lo podemos ver gratis en el subte’. Pero cuando ven que uno elige este formato parado en lugar y tiempo histórico, no queriendo ser un cantautor de los ‘70, sirve para decir cosas de esta generación. No puedo cantar sobre el Che Guevara sería anacrónico, pero sí creo hay que cantar por la igualdad y los derechos que son política pura, pero no panfleto. Nunca me olvido que la canción es sentimiento, pero no por eso tiene que ser inocente y estar descargada”. Gabo lo sabe, los temas que elige no son novedosos pero aún hoy siguen siendo un plato fuerte.
Originalmente publicado en Diario Diagonales. 19.09.10